Expansión de los BRICS y el nuevo orden global: América Latina y las políticas de cobertura
- Braulio Medrano
- hace 3 días
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*Cintia Quilliconi

A medida que el orden internacional liberal pierde cohesión, los países de América Latina y el Caribe se enfrentan, una vez más, al desafío —y a la oportunidad— de redefinir su lugar en la arquitectura cambiante de la gobernanza global. La expansión del grupo BRICS hacia un formato ampliado (BRICS+), junto con la creciente proyección del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), abre una nueva ventana para que América Latina diversifique sus alianzas internacionales, acceda a mecanismos de financiamiento fuera de las condicionalidades tradicionales y recupere algunos márgenes de maniobra en un mundo crecientemente multipolar.
Pero este acercamiento no es lineal. No se trata de un quiebre con Occidente ni de una alineación ideológica. Más bien, lo que emerge es una estrategia pragmática de hedging, entendida como la búsqueda de equilibrios frente a poderes en competencia, la reducción de vulnerabilidades externas y la maximización del margen de maniobra. El hedging, discutido ampliamente en el caso de la política exterior del Sudeste Asiático, no es nuevo en la política exterior latinoamericana, pero hoy adquiere una visibilidad renovada, con mayor enfoque estratégico y geoeconómico.
Los recientes movimientos de países como Bolivia, Cuba, Colombia y Uruguay reflejan las dinámicas de esta lógica. Aunque con diferencias notables en sus estructuras económicas, sus alineamientos políticos y su posicionamiento internacional, todos comparten la necesidad de adaptarse a un contexto global en el que las viejas certezas se han erosionado y las alianzas permanecen en constante construcción y reconstrucción.
Balanceo, alineamiento o hedging: casos contrastantes
La literatura tradicional en relaciones internacionales argumenta que los cambios en la distribución de poder internacional disparan reajustes de estrategias que oscilan para los países de menor poder relativo entre el balanceo (las alianzas con otro polo alternativo de poder) y el alineamiento (maximizar beneficios con el actor poderoso adaptándose a sus intereses) (Waltz 1979 en Zelicovich y Actis 2024). Sin embargo, el hedging o estrategia de cobertura es un comportamiento intermedio mediante el cual un país evita tomar una decisión explícita entre dos bandos opuestos, y en su lugar adopta una combinación de políticas contradictorias que integran elementos tanto de equilibrio (balancing) como de alineamiento (bandwagoning) (Kuik, Cheng-Chwee, 2008). Esta estrategia se ha estudiado ampliamente en la región asiática y, en menor medida, en América Latina una de las estrategias del hedging ha sido discutida como no alineamiento activo (Fortin et al., 2021). Sin embargo, hay pocos estudios sobre como distintos países de la región han ejercido el hedging, a excepción del caso paradigmático de Brasil.
En este sentido hay varios casos interesante en la región, Cuba y Bolivia han optado por una postura más de balanceo al incorporarse recientemente como socios del BRICS+. En ambos casos, el acercamiento al bloque representa una apuesta por romper el aislamiento internacional dados sus enfrentamientos con Washington, obtener respaldo político y acceder a fuentes alternativas de financiamiento. En el caso boliviano, la estrategia está anclada en el aprovechamiento de sus reservas de litio, clave para la transición energética global.
Colombia y Uruguay, en cambio, ofrecen ejemplos de cautela estratégica y hedging. En lugar de buscar una membresía plena en BRICS+, ambos países han optado por iniciar el proceso de adhesión al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS. Este movimiento les permitirá eventualmente acceder a nuevas fuentes de financiamiento para desarrollo sin cargar con los costos geopolíticos de una alineación más explícita. En el caso colombiano, el presidente Gustavo Petro ha intentado equilibrar el acercamiento a China con el mantenimiento de los vínculos de larga data con Estados Unidos, ha asistido a la Cumbre China-CELAC, pero aún no ha firmado su ingreso oficialmente a la Initicitiva de la Franja y la Ruta, aunque si oficializó su requerimiento de ingreso al NDB que fue aprobado en julio de este año.
En el caso de Uruguay, el nuevo gobierno de Yamandú Orsi considera consolidar el proceso de adhesión al NBD. La Junta de Gobernadores del NDB autorizó al Banco a realizar negociaciones formales con posibles miembros a fines del año 2020, y luego de una ronda de negociaciones exitosas, el NDB aumentó su alcance global con el anuncio de Uruguay, Emiratos Árabes Unidos y Bangladesh como los primeros países admitidos en el Banco. Aunque Uruguay ya había sido admitido en el año 2021 no había efectivizado este ingreso. La nueva gestión del gobierno uruguayo desde una lógica eminentemente pragmática se encuentra analizando el envío de este proyecto para aprobación parlamentaria.
Estos casos muestran que los países latinoamericanos no son actores pasivos en la disputa global, ni están simplemente cambiando de bloque. Por el contrario, están construyendo estrategias adaptativas en función de sus prioridades de desarrollo, sus escenarios políticos internos y sus restricciones externas. Esta es una forma concreta de ejercer agencia en el Sur Global —aunque sea parcial, fragmentada o limitada.
Riesgos y dilemas
El hedging ofrece flexibilidad, pero no está exento de riesgos. El hecho de que BRICS+ incluya a Rusia, China e Irán incrementa las probabilidades de que la participación en el bloque sea percibida desde Washington como una forma de alineamiento. En el plano interno, la participación o incluso el simple acercamiento al BRICS+ puede ser utilizado como arma política. El caso argentino es elocuente, tras haber manifestado interés en sumarse al bloque y haber recibido una invitación para hacerlo, el nuevo gobierno de Javier Milei revirtió esa decisión por motivos ideológicos. En otros contextos, como en Bolivia o Colombia, la polarización política podría socavar la coherencia de sus políticas exteriores y enfrentar virajes de rumbo si hubiera cambios ideológicos rotundos en sus gobiernos.
El caso de Panamá resulta paradigmático, aunque el país ha cultivado relaciones económicas relevantes tanto con Estados Unidos como con China —especialmente a través de inversiones chinas en infraestructura portuaria, minería y zonas logísticas—, su dependencia estratégica de Estados Unidos en materia de seguridad, finanzas y su importante rol geopolítico como administrador del Canal de Panamá han restringido su margen de maniobra internacional. Esta situación ha generado tensiones en su política exterior, reflejadas en su decisión reciente de retirarse de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) a pesar de haber sido el primer país en la región en sumarse, lo cual marca una señal de realineamiento hacia el eje occidental y restricción de la capacidad de hedging.
A nivel regional, la fragmentación sigue siendo un obstáculo. Sin coordinación ni posiciones comunes, la capacidad de América Latina y el Caribe para negociar en plataformas del Sur Global o con Estados Unidos se ve limitada. Espacios como la CELAC podrían ofrecer una instancia para articular prioridades compartidas y evitar estrategias contrapuestas, pero sin embargo las diferencias ideológicas y regionales calan hondo a la hora de concertar estrategias comunes.
Diversificación estratégica, no sustitución
Lo que algunos países de América Latina están buscando a través de su vínculo con BRICS+ y el NDB no es reemplazar sus alianzas tradicionales, sino diversificar sus márgenes de acción. La diversificación estratégica permite construir resiliencia frente a crisis externas, negociar en mejores condiciones y explorar nuevas fuentes de financiamiento. El NDB, aunque aún modesto en escala, representa un paso en esa dirección. Este enfoque se alinea con una tendencia más amplia en el Sur Global, donde potencias intermedias están diseñando políticas exteriores multialineadas que privilegian la flexibilidad, el compromiso sectorial y las coaliciones temáticas. En lugar de elegir un bando, buscan construir portafolios diplomáticos que puedan adaptarse a la volatilidad del sistema internacional.
El vínculo de América Latina con diversos grupos como BRICS+ o el NDB debe ser entendido no como una declaración ideológica, sino como un ejercicio de hedging y diversificación a través del cual los países de la región intentan apuntalar su agencia en política exterior, proteger cierta autonomía y posicionarse con inteligencia frente a un mundo en transformación y disputa.
El desafío no es solo evitar caer en una u otra órbita, sino ejercer agencia, decidir cuándo y bajo qué términos participar en las nuevas reglas del juego global y buscar las formas de ejercer hedging en una región que tiene márgenes de maniobra limitados al experimentar una fuerte presión geopolítica en el marco de la disputa estratégica entre China y Estados Unidos.
Bibliografía
Kuik, Cheng-Chwee. 2008. “The Essence of Hedging: Malaysia and Singapore’s Response to a Rising China.” Contemporary Southeast Asia 30 (2): 159–185. https://doi.org/10.1355/CS30-2A
Fortin, Carlos, Jorge Heine, y Carlos Ominami, eds. 2023. Latin American Foreign Policies in the New World Order: The Active Non-Alignment Option. London: Anthem Press.
Zelicovich, Julieta y Actis, Esteban. 2024. El Sur Global ante la fragmentación geoeconómica: respuestas de Brasil, India, Indonesia y Sudáfrica. Revista CIDOB.
*Cintia Quilliconi Es profesora investigadora principal del Departamento de Estudios Internacionales y
Comunicación de FLACSO-Ecuador y editora senior de la Enciclopedia Oxford de Estudios
Internacionales y del Boletín Panorama Global sobre la relación entre China y América
Latina de la Secretaría General de FLACSO. Ha sido asesora de las Secretarías de
Agricultura e Industria en Argentina, vicerrectora de FLACSO Ecuador y Presidenta de la
Región de América Latina y el Caribe en la International Studies Association. Tiene un
doctorado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por University of Southern
California (Estados Unidos) y una maestría en Ciencia Política por New York University. Sus
intereses son la economía política internacional con énfasis en el Sur Global, el
regionalismo latinoamericano, el comercio internacional, el desarrollo y los BRICS. Ha
publicado extensamente sobre estos temas incluyendo “El despliegue de China en
América Latina: debates desde la Economía Política Internacional Latinoamericana” en
Revista Desafíos (2025, con M. Vergara Toro) y los libros “La impronta Latinoamericana en
la Economía Política Internacional” (2024, FLACSO Ecuador), “Regional and International
Cooperation in South America After COVID” (Routledge, 2022 con M. Deciancio) y “Global
and Regional Leadership of BRICS Countries” (Springer, 2016 con S. Kingah).
Correo: cvquiliconi@flacso.edu.ec
